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miércoles, 8 de abril de 2015

Asalto al poder: Otra fiesta o la fiesta de siempre


Escribo esto cuando apenas han pasado diez días del Domingo de Ramos y se ve todo ya tan lejos.

Foto www.ivanfandino.net
Consumimos los acontecimientos a tal velocidad que para los que necesitamos algún tiempo para digerir las cosas resulta difícil de asimilar.

Se ha escrito mucho al relance de la actuación de Fandiño en Las Ventas, pero tengo la impresión de que no todo está dicho, de que hay cosas desde mi punto de vista de aficionado que no han sido suficientemente valoradas.

Se ha hablado mucho sobre la apuesta de Fandiño ha demostrado que otra fiesta distinta es posible y, sin embargo, la duda que yo tengo es si lo que estamos viendo estos días es "otra fiesta" o simplemente estamos ante la posibilidad de recuperar lo que es y ha sido "la fiesta de siempre".

Pero no por los toros-toros ni esas historias que algunos han querido ver o vender sino porque creo que estamos ante el primer amago de competencia real que ha habido en los últimos años y la gracia es que el público y los aficionados han reaccionado.

Alguien (con más corazón que cabeza) ha intentado a su manera un verdadero "asalto al poder". Fandiño no quería demostrar que esos toros son el modelo de fiesta, no. (Y probablemente esté aquí la explicación al porqué no pudo remontar la tarde) Fandiño quería dar dos golpes en la mesa (uno en Madrid y otro en Sevilla) de tal calibre que le permitieran mandar en el toreo y que luego fueran los demás los que se vieran obligados a responder.

Y sin necesidad de esperar a Sevilla, ya el primer asalto, el de Madrid, ha resultado una debacle de tal magnitud que los que mandan en el toreo ni se han inmutado.

No han temblado las murallas del castillo y esa es la tragedia de los aficionados. Que no se han visto obligados a responder. Que no hay competencia real.

Las lecciones del domingo desde mi punto de vista son dos: Una para los Tejelas, Bolívares, Díaz, Ucedas, Castellas, Ferreras, etc. esa segunda línea del toreo y que nunca intentó un asalto de verdad, que nunca formuló un todo o nada descarnado y sincero. Ante ellos Fandiño podrá parecer hoy derrotado, pero ante los aficionados se nos muestra con el honor intacto de quien lo ha apostado todo sin dejarse nada. Como aficionado, espero que al igual que hicieron otros (Perera, Luque, Abellán) que lo intentaron también sin el éxito inmediato que esperaban, logre venirse arriba y rehacer su prestigio.

La segunda lección, a mi juicio la más importante, debería ser para los nuevos toreros, para los Josés Garridos, Lamas, Giménez, Gineses Marines, etc. que deberían ver que los retos, la ambición y la competencia cuentan con el parabien del público, que es su hora y su obligación de toreros intentar mandar a casa y tratar de ocupar el sitio de Julis, Morantes y Jose Maris. (Claro que éstos no se van a dejar)

Y en esa pelea estaría la verdadera fiesta, la otra fiesta, la fiesta de siempre.